La arquitectura islámica recoge,
sintetiza y difunde los procedimientos ancestrales de construcción, tanto en
estructuras como en técnicas y materiales. El punto de partida es, pues, el creciente
fértil, donde había tenido su origen una cultura arquitectónica basada en la
explotación de las posibilidades técnicas de materiales
deleznables,
fundamentalmente del barro. Los muros y las bóvedas de adobe permitían también
crear interiores frescos en regiones que, como en las que nació y se difundió
el Islam, tienen un clima caluroso. La funcionalidad de la obra es decir, la
adecuación de materiales y formas a las necesidades inmediatas, constituyó el
criterio rector de toda la arquitectura islámica.
El
mismo sentido tiene la elección de materiales constructivos donde, en contraste
con la tradición occidental de sillería de piedra, se advierte una preferencia
por los materiales deleznables ( madera, barro
y yeso) más baratos y que
permiten una construcción más rápida. El valor genuino del arte islámico
consiste en su capacidad de conseguir el
efecto de riqueza y monumentalidad simplemente a través de la manipulación de
estos materiales. El muro se reviste con materiales duros e impermeables, como la cerámica
vidriada o el estuco, para
preservarlo del roce y de la humedad y evitar así su ruina.
Este sistema de enmascaramiento de estructuras hay que considerarlo otra pervivencia más de las tradiciones beduinas, relacionada con el recuerdo de los tapices y las alfombras con las que decoraban sus jaimas. Las telas ricamente decoradas, las joyas y los cofres en los que se guardaban, constituían la parte más significativa del mobiliario de la vida nómada y el símbolo del poder. Por ello, el sistema decorativo de los paramentos arquitectónicos adoptó los motivos y los esquemas compositivos de la decoración textil, produciendo el efecto de tapices colgados. (…)
El repertorio de técnicas artísticas conoció en el mundo islámico un desarrollo muy importante gracias al contacto con pueblos que, como el chino, el persa o el bizantino, tenían unas tradiciones artesanales muy ricas. La técnica de la cerámica vidriada desarrolló fórmulas tan sofisticadas como a de reflejos dorados o la del alicatado, un sistema de revestimiento del muro que sustituye al mosaico y en el que piezas de formas y colores diferentes encajan entre sí como un rompecabezas, formando diseños geométricos. Estos mismos diseños geométricos los encontramos proyectados en lasobras de ataujería (los artesonados de madera, que constituyeron uno de los sistemas de cubiertas más utilizados del mundo hispanomusulmán) o de damasquinado (la técnica que consiste en decorar objetos de bronce o de hierro embutiendo en ellos hilos de metales preciosos).
La razón de que, en general, el arte islámico sea anicónico, hay que buscarla en las tradiciones beduinas, en las que la vida nómada hace inviable el desarrollo de actividades artísticas como la escultura o la pintura mural. En la cultura beduina la imagen estaba en la poesía y en los cuentos que se trasmitían de padres a hijos por tradición oral. Imágenes que representaban las coordenadas y los valores de la vida del desierto, un universo mineral y abstracto donde el agua, las estrellas y las piedras preciosas son sus constantes referentes poéticos.
Este sistema de enmascaramiento de estructuras hay que considerarlo otra pervivencia más de las tradiciones beduinas, relacionada con el recuerdo de los tapices y las alfombras con las que decoraban sus jaimas. Las telas ricamente decoradas, las joyas y los cofres en los que se guardaban, constituían la parte más significativa del mobiliario de la vida nómada y el símbolo del poder. Por ello, el sistema decorativo de los paramentos arquitectónicos adoptó los motivos y los esquemas compositivos de la decoración textil, produciendo el efecto de tapices colgados. (…)
El repertorio de técnicas artísticas conoció en el mundo islámico un desarrollo muy importante gracias al contacto con pueblos que, como el chino, el persa o el bizantino, tenían unas tradiciones artesanales muy ricas. La técnica de la cerámica vidriada desarrolló fórmulas tan sofisticadas como a de reflejos dorados o la del alicatado, un sistema de revestimiento del muro que sustituye al mosaico y en el que piezas de formas y colores diferentes encajan entre sí como un rompecabezas, formando diseños geométricos. Estos mismos diseños geométricos los encontramos proyectados en lasobras de ataujería (los artesonados de madera, que constituyeron uno de los sistemas de cubiertas más utilizados del mundo hispanomusulmán) o de damasquinado (la técnica que consiste en decorar objetos de bronce o de hierro embutiendo en ellos hilos de metales preciosos).
La razón de que, en general, el arte islámico sea anicónico, hay que buscarla en las tradiciones beduinas, en las que la vida nómada hace inviable el desarrollo de actividades artísticas como la escultura o la pintura mural. En la cultura beduina la imagen estaba en la poesía y en los cuentos que se trasmitían de padres a hijos por tradición oral. Imágenes que representaban las coordenadas y los valores de la vida del desierto, un universo mineral y abstracto donde el agua, las estrellas y las piedras preciosas son sus constantes referentes poéticos.
LA MEZQUITA
El monumento capital es la mezquita (MASYID), lugar de oración para la comunidad musulmana (Umma), que tiene escasas exigencias arquitectónicas. En realidad, basta con un espacio de terreno libre de impurezas, incluso sin cubierta alguna, donde el musulmán ora en dirección a La Meca. Pero las primeras mezquitas de Siria no tardan en crear un tipo monumental de planta rectangular, donde, a sus orígenes en la casa de Mahoma en Medina, se pueden añadir el eco de las basílicas paleocristianas.
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